martes, 20 de diciembre de 2016

TP1400: Despidiendo el pollo en la Cena con el año

No vamos a andar con falsos pudores. La Cena del Auto Moto Club Concordia en
el coqueto Salón de Usos Múltiples es el acontecimiento del año. La esperamos,
valga la redundancia, durante largos 12 meses. Sudamos la gota gorda, subimos
escaleras, corremos a la grilla, bajamos a parque cerrado, nos metemos "de prepo"
en la técnica, y escribimos hasta la madrugada con la finalidad de (además de
cumplir con las obligaciones, o el director se enoja) estar presentes en esta cita de
honor a fines de año, rodeado de los mismos amigos de siempre.


Vamos a ser prolijos. La invitación era personalizada, había que confirmar, para
recibir la tarjeta en la entrada. Primer objetivo, conseguir transporte a la hora indica-
da, el sábado 17 a las 21 y 30. Calor infernal, el remisero nos mezquinó el aire
acondicionado. Quería "plus" y se lo negamos, puesto que las monedas las tenemos
comprometidas en la Colecta por los niños descalzos de Villa Calzada.

- Bueno, pero se te podrían caer algunos de 2, o de 5...
- Negativo. Se los prometimos a los Alegres Musiqueros del Barrio El Silencio.

En fin, costó un poco, pero llegamos. Primera sorpresa. El Fiat Uno del campeón
Orellana brillaba en la entrada, convenientemente iluminado para que le dé en el
punto exacto, el logo de su sponsor, la empresa de viajes de turismo de "Juanma"
Guará. Y a su lado, el noble kart que Luis Andrés Letroye llevó a la corona del
Entrerriano tras diez fechas de darle y darle a diestra y siniestra.

Primera pregunta sin respuesta ¿Porqué no estaba también el del subcampeón
Rodrigo Avit, que debutó allí mismo en un torneo nocturno? No levante la voz, que
estábamos de fiesta y no se podía (teóricamente) hacer preguntas fuera de lugar.

Muy amable, nos espera en la recepción el colega Mario Pastorini, que es el C.M.
de prensa de la APTS, y los tres grandotes de la puerta nos entregaron la tarjeta
amarilla, con un número para los sorteos y un talón para la consumición. Punto a
favor, teníamos una bebida gratis. Sería cuestión de administrar bien los talones.

Llegamos a la mesa de los periodistas, vemos con desagrado que era la nro. 13, lo
ponemos boca abajo, por si las moscas... ¿vio? Ninguno de los caballeros de la
noble Legión de los Temidos Escribas es supersticioso, pero hay que respetar las
ancestrales costumbres heredados de nuestros antepasados, los que se entintaban
los dedos escribiendo en ruidosas máquinas de escribir...

"¿Estamos todos?" - preguntó uno, manoteando la primera gaseosa que encontró en
la mesa, con total desparpajo.

"Eh, no. Me parece que falta el gordo. El director no lo deja salir hasta que no termine
los textos" alertó uno. "¡Uh! Cierto, Es el único matutino que sale también el domingo"
acotó otro, como para matar el tiempo, porque eran casi las 22: 30 y todo seguía en
veremos.

Apenas cuatro en la mesa y ya no sabíamos a qué polémica citar ni que categoría criticar.
La maniobra de Werner, el séptimo de Ortelli, las posibilidades de "Potito" Debrabandere
al día siguiente, lo bien que anda Ronconi, si Rosberg es un "pecho frio" ... esos temas
más o menos obvios que se suelen traer a colación como para "romper el hielo".

En el borde mismo que separa la intrascendencia del aburrimiento, nos pusimos a "relo-
jear" por las mesas, que ciertamente no estuvieron tan concurridas como esperábamos.
A ver...

El clan Lound en primer plano, en el lado opuesto al nuestro, contiguo a la larga mesa
de los campeones, en la que se alineaban José y su encantadora mujer, Fabiana. Bien
rodeado por los Pierini que fueron con sus respectivas esposas, pero sin las hermanas
menores de Facu y Nico, que habían hecho ballet en el Odeón pocas horas antes.

Javier Huerta, Daniel Peliquero, Yamil Abdala, Alejandro Pellegrini... faltaron dos de
sus pilotos, y uno del lote de mecánicos.

En la mesa del centro, todos los familiares de Gustavo Francois, algunos de ellos llega-
dos de Santa Fe para la gran Cena. Walter Barbieri, su esposa, y la inseparable perrita
dachshund. También Jorge Barbieri, y su familia, involucrado al máximo en la organiza-
ción como siempre. Única ausencia, la del secretario Claudio Saloj.

Un poco más atrás, divisamos a los Roncaglione y a Leo Cuenca. Del lado opuesto, se
pudo distinguir a Leo Osengar, su elegante señora (eligió un peinado alto y casi no la
reconocimos a primera vista) con el travieso Gerónimo ataviado de chomba roja. Alta
amistad hizo con Felipe, el hijo menor de Francois, y el nieto de Juan Lound que
guarda un tremendo parecido con su padre, el expiloto Daniel Bruno. Éste fue otro
de los grandes ausentes.

En alguna de las mesas del "far- east" es decir el extremo este del salón, el más
poblado tal vez por su cercanía con la puerta que da a la cantina, andaban Luis
Letroye y su hijo homónimo, el campeón de karting.

Bien por el fondo andaba "Calo" Garnier y por ahí cerca, Gustavo Bonnín y gran par-
te de su familia. "John" el artista, parece que se quedó en Ubajay para no romper la
dieta. Bien ahí, hay que poner en forma el "lomo" para el verano.

Recién cuando se apagaron las luces pudimos apreciar la dulce voz de Ana Paula.



Poco antes de las 23 llegaron Flor Cutro, Luciano Bombaci y Valentino, en el cochecito
por supuesto, instalándose en la mesa presidencial, la más cercana al mostrador de
los mozos, obviamente, presidida por el inefable anfitrión, el "presi" Oscar Cutro. Nos
quedamos sin uñas esperando a Nadia ¡Qué suspenso, Dios!

Con prolija camisa negra, arriba con su característico paso el caballero faltante a la
mesa de los legionarios que por una noche, han dejado de lado el micrófono y el tecla-
do (pero no el bolígrafo y el cuadernillo de apuntes) quedando únicamente como arma
útil para defenderse de la cruda realidad, las respectivas cámaras fotográficas. Bien, la
música se  interrumpió a eso de las 23; 20, buen signo, presumíamos que iba a dar
comienzo una noche inolvidable.

El locutor le dio la bienvenida al Presidente de la institución, Sr. Oscar Enrique Cutro,
par que éste ensaye el discurso de rigor, dando por iniciada la Cena Show. Preparamos
una imaginaria almohada para no dormirnos sobre la mesa (queda tan feo) pero no.

Breve, conciso y agradable fue la verba del "Presi" y no hizo falta ni pestañear. Otro
poroto más a favor, eran las 23: 30 cuando la morochita que había concitado casi to-
das las paternales miradas de los expertos catadores de la Legión, tomó el micrófono
inalámbrico y se puso a cantar, acompañada de un percusionista y un tecladista. Cero
guitarras, que para eso se inventó el sampleado.

Un tanto desubicado, el más serio de los comensales en la mesa de la L. T. E. levantó
por primera vez la voz:

- "Y podrían Uds. decirme que tiene que ver con esta Cena de automovilismo este tema
     de Patricia Sosa" - iniciado así el primer picante debate de la noche. Más picante que
las mitológicas empanaditas de copetín, que desaparecían en segundos apenas el mozo
traía exactamente la cantidad de los integrantes de la mesa.

Al contrario de lo que las tradiciones solían indicarnos (pancita llena, corazón contento)
se largó la primera bailanta, que como suele suceder recién arrancó cuando la primer
pareja "osó" pisar el espacio que hacía de pista de baile. Se contagiaron pocos, de todos
modos.

En cada intervalo, Sebastián hacía el que sorteaba obsequios "para todos" aunque para
la mesa 13 solamente en una oportunidad la supuesta mano de la Diosa Fortuna se
posó. Y no era ni pasaje a Camboriú ni fichas para el Bingo como en aquellos no tan
lejanos buenos tiempos. Cada sorteo era precedido por el anuncio del supuesto donante,
detalle al principio redundante, que posteriormente terminaría hartando.

Cuando nos fricábamos las manos a las 0; 30 pensando que al fin llegaría la hora de
usar el tenedor, la vista se nos nubló por un instante. Es que el par de fisicoculturistas
que generalmente se ocupa de cobrar la entrada de boxes, que se unió a la mesa de
la Legión (ya lo había hecho el comisario de pista, navegante de rally e integrante de
la peña de Ricky Brugada, Néstor Baccon) había empezado el ritual del fernet- cola,
bajo la atenta mirada de los Temidos que aprobaron las proporciones, la temperatura,
la solidez del asa de la jarra y verificaron si la tapa amarilla de la famosa gaseosa estu-
vo bien apretada tras el proceso, hicieron pasar el transparente súper vaso de mano en
mano.

En tono conciliador, a la altura del acontecimiento, el que todavía no estaba enamora-
do de la cantante nos aconsejó:

- Vas a tener que tomar algún trago. No podés hacer quedar mal a los integrantes de es-
ta cofradía" - por lo que hubo que quebrar todas las promesas a la Difunta Correa, el
Lázaro Blanco, el Gauchito Gil, y todos los santos habidos y por haber, cerrar los ojos,
tragar, y tratar de no poner la misma cara que veía nuestra abuela, cuando nos daba
una cucharada de aceite de hígado de bacalao. Gesto de aprobación. Creo. No se distin-
guía bien.
 Se inició el Show-Baile-Show-Cena-Show con la palabra del Pdte. Oscar Cutro.



Seguían los sorteos, casi siempre favorables a la larga mesa del ala norte del S.U.M
lo que hizo fruncir los ceños de más de un legionario, largándose la ya folklórica
sospecha de "un arreglo" entre Sebastián y los comensales de dicha mesa. Pedimos
otro baldecito de hielo para enfriar los ánimos.

Llegó casi al mismo momento que la cantante regresaba a la acción. Con cierto domi-
nio de escena y la intrepidez necesaria en ese oficio, pretendió hacer cantar a sus
espectadores. Algunos de ellos, en la mesa 13, no les podían sacar la vista de encima.

El único que se animó fue el simpático "Carretilla", el integrante del equipo Pierini
Competición, que además de ser los más alegres de la velada, tienen en este personaje
un seguro contra el mal humor.

Pero ya habían dejado atrás las agujas del reloj bastante tiempo atrás la medianoche
del sábado, se largaba la segunda tanda de bailanta, se apagaron las luces del salón,
las sicodélicas y audiorrítmicas del Di Jay comenzaron a desparramar su efecto alucina-
dor en la mesa de los todavía correctos caballeros de la Legión.

No podía durar mucho tiempo el romance del colega con la rubia de estilizada curva,
con ese pico que invitaba a acercarle los labios -se abstuvo, empleó siempre el vaso-
con la gota bajando como si fuera de sudor por la fría y vidriosa superficie... espuman-
te bebida de la marca que distribuye la empresa del Presi "of course"...

Definitivamente, el hombre estaba enamorado. El diálogo (al oído, con ese ruido
insoportable de fondo que algunos llaman "música") así lo corroboró.

- Bastante bien la cantante  ¿eh?

- Bastante no ¡Excelente! Podría escucharla hasta que traigan el pollo.

Y como siempre, dio en la tecla. Por nuestra parte, mirábamos nerviosamente el
reloj y el resto de la morcilla en el plato. Del chorizo, claro está, no había queda-
do ningún rastro. Sacábamos alternadamente el celular para cotejar la hora.

Casi todos en pareja, bailando. La soltería pegando fuerte entre los insobornables
de la Legión, aunque algunos de ellos sean casados. La bebida, que nunca faltó
dicho sea de paso, empezaba a hacer estragos, el sueño se metió en escena sin
avisar, con algunos bostezos.

Como en el "gag" de La quimera del oro de Charles Chaplin, no sabíamos si esas
movedizas sombras que se contorneaban al compás de los bombazos de la música
electrónica eran seres humanos, siluetas femeninas, ancianitos del P.A.M.I. con
vigor de John Travolta o pollos que se movían burlonamente ante los primeros y
vergonzosos ruidos emitidos por nuestro estómago.

¡Esas malditas lucen que enceguecen! Los pollitos y las pollitas levantaban las
alitas ¿O era Pierini? Movían esa parte del cuerpo donde le crecen las plumitas
de la cola (al pollo) una pa' quí, otra pa' llá e involuntariamente lograban que un
caballero "toque la batería" con los dedos en la mesa y otro accione rítmicamen-
te el tenedor contra la susodicha botella.

Se hizo al fin el silencio. Se cortó la belleza del momento cuando el más serio
de los legionarios preguntó:

- ¿Leyeron la letra chica de la tarjeta?¿Qué dice? ¿Cena o desayuno? Eran las 1: 18
    del domingo.

- Acá dice "Cena". Esperemos, caballeros, En una de ésas el pollo viene con medialu-
   nas- respondió el de la extrema izquierda, de espaldas a la mujer de Facu Pierini, en
   la otra mesa, pareja que esta vez sí había salido a la "pista de baile" a diferencia de la
   "primera tanda".

Los ánimos, jocosos hasta esos momentos, fueron cambiando de humor, a la par que
los cupones de bebida se iban acabando antes de tiempo.

- Que nadie caiga en las viles garras de la gula. Pensemos bien. El cantinero puede
   haber recibido el cargamento de pollo a destiempo desde el frigorífico de los
   Bonelli.

- ¿Cómo? Explíquese por favor.

- Digo, caballeros, que suelen existir problemas de suministro. Donaciones de volu-
  men insuficiente, compras de último momento...

- Cierto, cuando llegan vivos da un trabajo bárbaro matarlos y desplumarlos ¿se imagi-
  nan lo que es eso? - la conversación se estaba yendo por las ramas, evidentemente.

- ¡Eso no es nada! dijo el enamorado de la cantante. ¿Y cazarlos? ¿Vieron esos gallineros
  gigantes que hay al costado de la rut..?    pero no pudo finalizar la frase, el boletero le
  acercó la jarra llena hasta el borde del "oscuro brebaje del deseo" para que se calme, o
  se calle.

La instrascendencia de los sorteos, la música de fondo -siempre la misma, como en la
de los Tres Chiflados que se les raya el disco haciendo "play back"- generó un solapa-
do concurso de frases más o menos ocurrentes entre los aburridos legionarios.

Cuatro muestras más de lo bien que la pasaron los asistentes de la Cena- Show.



Al menos, los que fuman tuvieron una excusa para salir afuera a seguir matando el
tiempo (adentro estaba más fresquito, por la generosa ofrenda de los seis aparatos de
aire acondicionado) los demás ni eso. De ahí la calidad de las propuestas.

- Vayamos a visitar a los parrilleros. Nos llenaremos de olor a humo pero podremos
   apreciar de qué pollería uruguayense salieron.

- El "Amanecer" esta paralizado y "Tres Riachuelos" tiene severos problemas financie-
  ros...

- ¡No nos contentemos con eso! ¿Somos de la tierra del glorioso "Comandante Chelo Li-
   ma" o no? ¡Tomemos la cantina en nombre de todos los comensales!

Moción rechazada por falta de quorum. Como quedó dicho, uno había salido a fumar y
otro se dirigió sigilosamente al lugar donde se descarga el subproducto de la libaciones,
por decirlo de una manera elegante. Faltaban dos.

La cantante amagaba con una tercera incursión, lo que hizo retornar a uno de los dos
caballeros ausentes con paso apurado, como si cada golpe de su indomable corazón fue-
se la guía y control de sus delgadas piernas. ¿Tan bella sería esa voz que producía ese
extraño efecto en el colega, cual sirena llamando a Ulises? El más serio de los colegas
permanecía impasible. Dos sillas más a la derecha, el temible escriba miraba sin
disimulo, su cabeza se movía al compás del tema. Por un momento, en vez de sus
ojos semi-orientales creímos ver ese "emoji" que tiene dos corazones rojos en lugar de
ojos.

Y a la inversa, dos sillas más a la izquierda, el de camisa negra (¡quién lo diría!) ras-
paba el bolígrafo contra el cuadernillo de apuntes. Este fue el resultado.

              "Para los autos, los boxes.
                Para los alumnos, el aula.
                Para los pilotos, la pista.
                Y para los Temidos legionarios, Ana Paula."


¿Nada de otro mundo la poesía, no? Pues, hay que ubicarse en el tiempo y en el
espacio. Las 1: 39 de la madrugada, y del pollo ni el olor. Tres envases plásticos de
la bebida originalmente formulada por médicos de Atlanta (EE.UU.) para calmar
dolores de cabeza, y dos de un cuarto de litro del té de hierbas italianas que el
corpulento barman de entrecasa se encargó de transformar en jarras de fernet-cola.

Cuando estábamos al borde del delirio, al que no se arribó merced a los esfuerzos
contemporizadores de los legionarios más sobrios. el inconfundible aroma nos
indicó que las mozas (2) y los mozos estaban sirviendo el pollo prometido. El
reloj digital decía que eran las  01: 41: 39 del domingo 18 de diciembre. Los
niños dejaron de revolotear alrededor de las mesas y se sentaron.

No tuvimos la fortuna de que el coordinador de los mozos empezara el reparto por
la mesa de los campeones. De haber sido así, los Temidos no hubiesen experimenta-
do esa acumulación mal disimulada de jugos gástricos

- "Prefiero la espera de los rallies. Me parece que es más corta" - la sentencia fue del
más veterano de los legionarios, que llevaba largos minutos sin pronunciar palabra
alguna. Por lo general, cuando abrió la boca fue para decir un párrafo irrefutable,
cual maestre de una logia, que -demás está decirlo- la Legión no es. Lo prueban los
invitados invitados a la mesa del periodismo.

El enamorado estalló. No porque Ana Paula se hubiera mimetizado entre los comensa-
les (lejos de la mesa 13) sino porque el animador seguía con su costumbre de mechar
el mismo chivo entre los sorteos.

- Ha colmado mi paciencia. ¡Creo que va por la centésima edición el agradecimiento
  al mercadito de "El afortunado José de calle Diamante"!

En realidad, no usó esas palabras exactamente, pero que estaba harto, lo estaba. Y no
era el único, seguramente.

Los semblantes cambiaron como si fuese la máscara que representa al teatro, cuando
los servidores colocaron el humeante plato del codiciado fruto de las cabañas avícolas,
asado en el punto justo, con la cantidad exacta de "salsa de champignones" (sic) . Eran
las  2: 05 ... la espera había llegado a su fin.

Mágicamente, cesaron los reproches, el tenedor dejó de ser instrumento de percusión.
Los gestos de aprobación más diversos e imaginables desfilaron no tan sutilmente por
los rostros de los seis caballeros de la Prensa. Y de los tres restantes integrantes de la
mesa también. Pocos minutos más tarde, la sensaciones fueron otras.

¿De saciedad? En lo particular, también de despojo, cuando el mozo retiró los platos,
los cubiertos, y todos los huesitos. Noche de comilona para la perrita del cantinero, que
hace poco se quedó sin novio, tras el deceso de "Bujía" el perrito de los hermanos
Fuentes de Gualeguaychú.

Comenzaron los "tics" en los rostros, denotando el nerviosismo porque la entrega de
plaquetas seguía sin iniciarse. Los mozos repartían ceremoniosamente cucharitas en
cada mesa, a las 3: 20 . De imprevisto, el anunciante-animador-sorteador anunció la
presencia y la palabra del "Presi" del Turismo Pista 1400, Gustavo Francois. La parte
más emocionante de la velada iba a comenzar. "A los postres", como indican las
correctas normas en las intachables crónicas que Ud. jamás leerá en este blog, porque
somos alérgicos a las formalidades, más allá de los modales principescos que todo
legionario debe guardar, so pena de ser informado.

Como es natural, también empezaron los disensos y las aprobaciones. Es natural pues
el derecho a la opinión es inalineable, más aún en la mesa de los Escribas.

Uno a uno, surgían de la penumbra, de alguna mesa cuya ubicación (como dice el
Quijote de algún lugar de La Mancha) "no podemos" recordar, los pilotos o bien los
que fueron en su representación.

Eran las 3: 30 cuando la regocijante impunidad que brinda el anonimato fue violada
por el locutor, haciendo pasar al frente a cada uno de los integrantes de la mesa, con
nombre y apellido. No para todos fue novedad, ya que la mayoría conoce quién es
quién... sin duda que este detalle fue muy aceptado por los legionarios por su
innegable efecto sobre sus respectivos egos.

Fue así que nos encontramos, por una vez en el año, con lo roles cambiados. Los
pilotos nos sacaban fotos y los Temidos, abrazados más por juntar coraje que por la
alegría de estar reunidos con permiso del jefe en esa mágica noche, tratando de
no cerrar los ojos a cada destello del flash.

¡Ah! Y con una medalla pendiendo de cada cuello ¡personalizada! Todo un tesoro
para ponerle un marco o pie de terciopelo en minivitrina de vidrio antienvidia...
Quise decir, antirrobo. Gesto que mucho agradecemos. La emoción nos embargaba
más que el almacenero cuando el cobro del sueldo se demora y la cuenta sobrepasa
el límite que en algún desafortunado momento nos autoimpusimos.

El premio "Revelación" se lo llevó Alejandro Cáceres. Fue nuestro (simbólico) pre-
mio revelación, pero del año pasado. Este año bien que pudieron ser electos Pedro
Chiarello o Leonardo Cuenca, que evidentemente, andan más rápido que sus autos.

La plaqueta al auto mejor presentado fue para Ricardo "Calo" Garnier. Ya lo había-
mos dicho a mitad de temporada, fue el más lindo, lejos. En este caso. coincidimos
plenamente.

El reconocimiento "al mérito" fue para Pedro Chiarello. Magnífico en el Coronación,
merecido premio. Fue el mejor Fiat 128 del parque.

La mención "Estímulo" también para premiar el mérito, quedó en manos de Leonardo
Cuenca. Es muy joven y hace todo solo, con un par de colaboradores, por lo que se
imponía un reconocimiento así.

Por ser el "mejor compañero" de la categoría, fue reconocido el de Ubajay (aplaudido
de los cuatro puntos cardinales) Gustavo Bonnín. Tampoco aquí hay objeciones, el
don de gentes del excampeón de Citroen es bien conocido.

Los pilotos y allegados con sus distinciones. En primer plano, el campeón José
Orellana. La foto de la derecha es gentileza de Jorge Barbieri ¿Qué tal salimos?






Seguidamente, se entregaron distinciones de diversa composición física a los 23 pilo-
tos que animaron la categoría. El momento culminante llegó cuando se entregaron las
plaquetas a los primeros del ranking.

Así, Facundo Daniel Pierini recibió la que le correspondía a Martín Miguel Chiraulo.

Néstor Baccon hizo lo propio con el de Ricardo Brugada.

Nicolás Pierini recibió la del gualeguaychuense Sergio Ferroni (el chasis fue modificado
y atendido en el taller del barrio Juan vigésimotercero).

Gabriel Verón (su mecánico) recibió la de Fernando Roude, que inexplicablemente se
había retirado de la Cena. Se llevó con él, por supuesto, a su deslumbrante mujer. Un
pecado que nunca le perdonaremos.

Fernando Pierini se levantó de la silla para recibir la plaqueta que correspondía a Walter
Giovenale.

Francisco "Pancho" Rodríguez, recibió a su vez el estuche con la dorada placa destinada
a su sobrino, Ignacio Daniel Rodríguez.

El pico emotivo, el momento más esperado, llegó a las 3: 50 del domingo pasado. Inés,
la mujer de Gustavo Francois, hizo entrega al "Presi" de la copa correspondiente al
subcampeón.

Y Fabiana, ídem de José Orellana, se encargó de estamparle un romántico beso al "Puma"
al tiempo que le entregaba la plateada copa al tricampeón. El griterío de su equipo fue
ensordecedor, como es imaginable.

Después de la larga sesión de fotos, Gustavo Francois entregó un reconocimiento a su
preparador y amigo de toda la vida, Walter Barbieri. Buen gesto, porque del perdedor
del cetro nadie suele acordarse.

En tanto transcurrían estas peripecias, los mozos repartieron los bombones helados
que hicieron de postre (¡la cucharita era para eso no para ponérsela en la frente!) que
algunos de los colegas, ocupados en la premiación, tuvieron que pedir, porque fueron
olímpicamente pasados por alto. Hubo algún que otro intento de "bis" que no pasó a
mayores.

Cortesmente el mozo explicó que había existencia de la cantidad exacta para los
comensales que ratificaron su presencia, nada más. Nadie se quejó porque quedaban
para sortear los premios más "grossos". Cajitas de botellas de vino frizzé, champañito,
bicicletas playeras y todas esas cosas que se sortean para que "el calavera no chille"
¿Se entiende? Bueno, eso.

No obstante, el legionario de camisa negra que hacía juego con su mocasines no pudo
ocultar más su fastidio.

- ¿Se dieron cuenta?¡Otra Cena más que no ganamos ni un florero!

(¡Ay! Esquiva Diosa Fortuna ¿dónde estarás cuando más te necesitamos?) se pusieron
a comentar y especular todos a la vez y no se pudo registrar a quién le recayó la
responsabilidad de tamaño desaire.

Como si nos hubiese escuchado, pese al intranquilizador sonido, que se mezclaba con la
voz del "sorteador", el castañeo de los maxilares de los ansiosos, y las pataditas a las
sillas de los más pequeños, extendió la bolsa negra con los supuestos talones de números
a la mesa 13, obligando a que uno de los nuestros saque un papelito.

Ni así cambió la suerte, todos los "obsequios" iban a parar a la misma zona de mesas,
en las que San Cono al parecer extendió su manta. Lo del ruido de fondo fue una
bendición, por que más de uno "blasfemó".

La primera de las bicicletas sorteadas quedó en manos de la mayor de las hijas de uno
de los principales mentores de esta inolvidable Cena- Show. El mismo que unos
minutos antes, había acompañado hasta la playa de estacionamiento a Ana Paula, que
se despidió de todos saludando con la mano. El enamorado bajó los hombros, cerró
los ojos y suspiró hondo en aquel instante. Pocos los vieron por ese hechizo inexplica-
ble que los sorteos ejercen sobre las masas, en especial de los que pagaron la tarjeta.

No era nuestro caso. Hubo un intento fallido de hacer una bailanta más, quedando el
tradicional brindis y el corte de la torta gigante para más tarde. Se paró uno de los
nuestros y se despidió. Tenía la excusa perfecta, viajar a la "Bombonera" a cubrir
el último partido del famoso jugador nacido en Fuerte Apache, Ciudadela. Como
las luces estaban semi apagadas, pudo escabullirse sin problemas.

No fue el único sin embargo. Se iban retirando parejas, familias, clanes y barrios
enteros (Bonnín) de a poco, el salón había quedado más grande y ancho que nunca.

Un caballero encendió la luz de alarma.

- ¿Si todos se retiran para quién quedaría la torta?

Nos miramos entre todos, exclamando unísono "¡Para el Burro!"

"Caramba, caballeros, me extraña tanta desconfianza. En la historia de las siete u
ocho Fiestas de Fin de Año esto nunca ocurrió. Siempre se cortó la torta, se brindó
se hizo bis, se pudo comer más de una porción y -lo más importante- se encontró
la puerta de salida tras los sucesivos brindis..."

Por entonces, empezó la sesión de fotos con el marco dorado, las visitas de mesa en
mesa, copa en mano, el vaciamiento de las botellas de champán propias y ajenas,
las "folklóricas" expresiones de buenos deseos con tal de conseguir otra copa más de
la rubia bebida de las burbujas que hipnotizan, etc.

"Levantemos las copas todos" dijo la voz por los parlantes. Eran las 4; 29 y en el
horizonte se divisaba una vaga línea de luz, no era más una oscura noche en la
serena pampa de Villa Zorraquín.

Arriba, las tortas, por las que bien valió la pena esperar. Abajo, el exquisito pollo
a la salsa, cocina de autor. De autor "Toto" por supuesto. Derecha, la presea
yace sobre el cuadernillo de los secretísimos apuntes de la Legión.


En algún momento, entre saludos a pilotos, mecánicos, dirigentes y parientes, el
periplo del Presidente Oscar Cutro recayó en la mesa 13. Se tomaron las fotos de
rigor y se ocultó el cuadernillo de apuntes de la inquisidora mirada del "capus
máximum" que no quiere dejar ningún detalle librado al azar.

Se pronunciaron los cumplidos de rigor respecto a la atención y al menú. Por lo
bajo, era sabido, uno se quejó que no pudo repetir el plato principal.

- Siempre sobra pollo ¿Me van a a decir que no? Nos faltó determinación.
  compañeros.

Por suerte Cutro estaba lejos y ocupado. Eran las 4: 45 . Muy a nuestro pesar, había
llegado la hora de despedirnos. Contadas son las ocasiones en las que podemos
estar juntos, a pesar de los diferentes horarios, cierres de redacción, relevos de
último momento, y todo eso que les pasa a los periodistas que la gente desconoce.

Nos resta agradecer la oportunidad que anualmente nos brinda la gente del T.P. 1400
que hermanó con el A.M.C.C. en esta oportunidad la Cena.

Quedaron, seguro muchos certeros adjetivos, se cayeron de la mesa muchas otras
frases, sentencias, semblanzas. El alcohol disipó en su voluptuosa nube un montón
de diálogos, promesas, romances - nadie se animó a decirle al enamorado que la
cantante tiene novio- juramentos y semillas de tentaciones "non- sanctas" que no
germinaron a Dios gracias.

Diáfano amanecer se dibujaba en el oriente cuando subimos al auto del amigo
que nos regresó a la ciudad, por la avenida Rösch atestada de vehículos, por la
variedad de "recepciones" que había en los clubes ¡Y hasta en el Golf Club!
En fin...

Todo esto ocurrió la noche del domingo 18 en el S.U.M. del Autódromo. Al menos
en la mesa 13 y sus alrededores. Y el deber del temido escriba es reflejarlo, por
eso de que "el periodismo es un sacerdocio".

Y si el "Burro" se enoja, mala suerte.




@AleSpizzirri

NOTA:

El contrapunto de esta crónica fue hecho por los colegas de la mesa de
los periodistas. La licencia literaria es del editor de esta página.













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