jueves, 7 de diciembre de 2017

TP 1400: Un cierre gris, como el balance de toda la temporada

El cielo gris  amenazaba, y finalmente descargó sus chaparrones para luego
amainar. Lloviznó durante la segunda parte de la final, y cesó por completo
cuando la temporada 2017 del Turismo Pista 1400 llegó a su fin, el pasado
domingo en el Autódromo "Ciudad de Concordia". Walter Giovenale es el
legítimo  campeón desde las 20: 05 de ese día, cuando se firmó el acta de
aprobación de la técnica.

Fue el corolario de un año en el que el TP 1400 no cumplió con las expectati-
vas que generó, a pesar del ingreso de dos nuevos chasis (la motorización es
la misma de siempre, Fiat) dejando en evidencia lo mucho que habrá que
trabajar para corregir todos los errores que se cometieron en todos los niveles.

Le estaría faltando una reunión grande, en la que todos puedan expresarse,
que se hagan las pequeñas correcciones al reglamento deportivo que se ten-
gan que hacer, de manera tal que ciertas cosas no se vuelvan a repetir. Es
apenas una humilde sugerencia de este autor.

Los disconformismos se pueden "pulir" hablando. Explicando y escuchando,
sin temor a tener que volver hacia atrás en las resoluciones, si eso conlleva a
una mejor convivencia. Perder dos importantes pilotos, campeones ellos alguna
vez, no es un buen balance para la presente temporada. Sería hora de preguntar-
se ¿Qué pasó? ¿En qué podemos mejorar? etc. antes de que la "sangría" de
pilotos siga adelgazando la categoría, y lo que es peor, minando su ya bastante
poco luminosa credibilidad.

Ahora sí, vamos a pasar a la crónica de este deslucido Coronación 2017.

Para empezar, dos sorpresas en patio de boxes. Una la presencia del de Villa
Elisa, Ricardo Garnier, a quien creíamos que F.A.E. iba a suspender aunque
sea provisoriamente luego de los penosos sucesos acaecidos en la fecha
anterior, más precisamente cuando se llevaba a cabo el examen técnico. Esa
tarde fuimos mudo testigo de más de un hecho de violencia (Garnier debió
ser reducido por el personal de seguridad del Autódromo) en el que también
se vieron involucrados allegados -no mecánicos ni concurrente- del piloto
Ignacio Rodríguez, cuya ausencia no llamó la atención, teniendo en cuenta
la gravedad de los sucesos.

Punto en contra entonces para los encargados de hacer justicia. Uno de los
digamos "contendores" (perdón, creemos que es la palabra más apropiada,
porque no se tiraron con flores precisamente) quedó con una lesión en un
ojo, y eso lo dice todo. Si la sangre es la medida, también hubo una nariz
ensangrentada, así que tampoco vale eso de "La sangre no llegó al río"...

Segunda sorpresa: Bienvenido sean los debutantes, y más si estrenan un
moderno chasis de Chevrolet Celta (el mal llamado "auto del futuro" en
la categoría) pero...¿en un Coronación? ¿con motor del mismo motorista de
uno de los equipos que peleaba el torneo? Aquí se les pasó por alto algo
muy grave a la Comisión Directiva. Esto no se da en ninguna otra categoría.
Además, tácitamente, después de los graves incidente en 1993 en el Rally
Entrerriano cuando un invitado al Coronación dejó sin corona a Roberto
Castelli, creíamos que se había firmado un pacto para no "invitar" nunca
más a nadie a un Coronación. Pero no.

Consultado al respecto, un integrante del equipo nos dijo "Gastón no suma,
corre como invitado". No sumaba es cierto, pero ése no es el punto, porque
existía el riesgo latente de que el bueno de Gastón, sin querer... reste.

Y lamentablemente, eso fue exactamente lo que sucedió.


GIOVENALE, EL QUE APOSTÓ TODO SU CUERPO A GANADOR...Y GANÓ

Walter Giovenale fue inalcanzable desde la primera práctica. Sin desmerecer a
sus rivales directos a fin de la temporada (léase José Orellana y David Lound)
era para nosotros "el gran candidato" al arrancar la misma.

El inicio había sido decepcionante, a tal punto que cuatro fechas antes del
cierre llegamos a creer que se le escaparía, una vez más. Como suele suceder
en este deporte, su más duro rival estaba en el seno de su mismo equipo. Y tras
alguna "entrevista de Guayaquil" (pero en el barrio Juan XXIII) nos sorprendió
con una "sanmartiniana" renuncia a disputar el Coronación.

Adujo "motivos particulares" cuando le preguntamos la causa, dejando en el aire
la sensación de que no estaba conforme con algo o con alguien. El error del Pre-
Coronación, cuando lo sancionaron por "quebrar la línea de marcha cuando no
había superado totalmente a su rival" (Giovenale) en tanto el mismo Walter no
recibiera sanción alguna cuando reinició su carrera en el lugar que se le dió en
gana, sin esperar el paso del último auto, como se estila, influyó muchísimo en
dicha decisión.

Nótese que decimos "error" pero no se lo atribuimos a alguien en particular, pero
dejamos en claro que alguno se equivocó, y se equivocó feo. Muy importante es
en este deporte que las autoridades den sensación de ser ecuánimes. Se ruega, Sr.
lector, interpretar estos últimos párrafos como "antecedente".

Sin desmerecer a nadie, en realidad. Porque Walter apostó fuerte, se hizo operar
de su pequeña anomalía que lo hacía caminar rengo y le producía dolores inenarra-
bles en las espalda -a pesar de correr vendado y duro como una momia- para poder
estar en igualdad física con los restantes pilotos. A la máquina ya la tenía, el Duna
que alguna vez corriera Facundo Pierini, y que él llevara al triunfo (con hándicap
físico y todo) que estaba atendida por el Pierini Competición.

Este año además, Walter agrandó su joven familia, lo que conlleva a muchas cosas
en la mente de un piloto (es falso eso que pierde una décima por vuelta por cada
hijo) también la notable actuación en su debut en el Turismo Pista de la APTP, en
fin... todo eso lo hizo arrancar seguro, confiado, rindiendo a pleno...y por último
sumemos la lluvia ¡Bingo! Se le dieron todas, sí. Pero Walter puso lo suyo dentro
del Fiat, lo que no es poco.

En los ensayos lo había anunciado, y concretó la pole en la clasificación, más
precisamente en la tanda 1: 1' 29" 681 pero había que esperar a la tanda 2, en la
que salían Chiraulo (que reapareció tal cual nos había prometido) y Dubois. A
Martín le faltaron tres décimas, y entonces, Walter le empató la línea a José
Orellana en la tabla prácticamente. Detalle: Giovenale no repitió el 1' 29" 223
del entrenamiento matinal, pero igual le alcanzó.

Nubes amenazantes pero sin lluvia todavía, la primera serie no fue un paseo para
el principal candidato. A las 14: 14 los que lo seguían eran Roude, Dubois y
Francois, formando un cuarteto, delante de la dupla Chiraulo- Roncaglione.

Francois pasó al debutante de Colonia Mabragaña en la tercera vuelta y fue por
su compañero de equipo. Recién en la cuarta ronda Giovenale se podo alejar,
cuando las diferencias entre sí se alargaron, y el guardabarros trasero derecho de
Dubois empezó a despedir el clásico humo blanco que indica que el neumático
roza, en algunas curvas a la derecha.

Cuando terminó a las 14:23 del domingo 3 de diciembre, Walter Giovenale pasó
definitivamente a la punta del certamen. Francois pudo con Roude en el último
giro, como es ya un clásico de su parte. De todos modos, ocurrió a 1" 234 del
ganador. Cuarto Dubois, quinto Chiraulo y sexto Roncaglione, los tres separados
por dos segundos entre sí.

Hay que destacar que no tomó parte del evento Javier Gómez, saliendo con lo
justo de boxes para la segunda serie Alejandro Cáceres, que apenas daría un giro,
para volver de inmediato bajo el techo del recinto. La lluvia se había largado,.

Así pues, la segunda batería tuvo una demora importante, porque tras la vuelta
previa se autorizó el cambio de neumáticos, al declararse "pista mojada" tarea
que repitiendo un viejo vicio del automovilismo entrerriano se realizó en la grilla
como si fuera una asistencia remota de Rally, teniendo los boxes a 80 metros.

Hay que modificar el Reglamento, dotarlo del "Anexo" que sea necesario, porque
el Comisario Deportivo tiene las facultades pero muchas veces prefiere atenerse
rigurosamente a la letra muerta del Reglamento particular de cada categoría. Que
den un giro, cambien en boxes bajo atenta vigilancia y regresen a la grilla. En
algunos casos (clasificación) la letra lo impide, porque es "a box cerrado".

Se empaparon los mecánicos, y también Cecilia, la hermana de David Lound que
acarreó las ruedas para el cambio, justo en el momento que el chaparrón cobró su
mayor intensidad.

Y claro, a río revuelto ganancia de los pescadores. Una vez finalizada la batería,
se escucharon las quejas del concurrente de David, que nos aseguró que Huerta
había competido con neumáticos para lluvia de competición (lo que está permiti-
do, según el reglamento es libre) pero montadas en llantas de aleación también de
competición -"probablemente de un fórmula" se dijo- en flagrante infracción, que
se les pasó por alto a las autoridades.

Muy poco para decir de la competición en sí, porque con la largada al estilo de
las provinciales (dos vueltas detrás del A.S. antes de dar bandera verde) la
hilera ya arranca espaciada entre sí, lo que les conviene a la seguridad de los
pilotos, pero el espectáculo es nulo. 

Para colmo de males, Gustavo Bonnin imitó a Ale Cáceres y se metió en boxes
antes de cumplir un giro detrás del A.S. por lo que en pista quedaron apenas 4
autos. Lamentable.

Y antes de cumplir la segunda y soporífera pasada a marcha lenta, Héctor Prelat
no estaba en pista. Por lo que la "serie" se limitó a ver girar tres autos. En la
tercera pasada, el nuevo líder era Lound, cuando "despertó" Javier Huerta y se
le vino encima a Garnier, que sucumbió en la cuarta. En el último giro, con un
andar impresionante bajo la lluvia, Huerta también dejó atrás a Lound y se
adjudicó la serie, que según el cronometraje oficial duró 37, 51 minutos con
tiempos superiores a los dos minutos por vuelta.

Menos el de Huerta, el RV con 1' 49" 788, es decir casi 20 segundos más lento
que el de Giovenale en la primera serie (con piso seco). A partir de entonces,
como la llovizna no daba respiro, los equipos se dedicaron a aprontar los
neumáticos ancorizados.

O a fabricarlos, como en caso de Martín Miguel Chiraulo, que se lució haciendo
surcos con la maquinita, no solo para su Fiat Uno, sino que también se prestó
para "ancorizar" slicks de sus colegas. ¡Vaya paradoja! En carrera Martín duraría
apenas un centenar de metros.

El escaso público presente tenía la impresión de que estaba todo a favor de Walter.
De "improbable" o "hazaña" para David la cosa había virado a "utopía" pues no
dependía solamente de su desempeño, sino que tenía que esperar que le vaya mal
a Giovenale. En broma o en serio, un aficionado cercano a ese equipo nos dijo "Va-
mos a luchar por el subcampeonato"...palabras que resultarían proféticas.


Sin pelea directa por el título... y sin podio.

Las esperanzas de ver una lucha de igual a igual se fueron del todo cuando llegó la
hora de salir a pista y la llovizna seguía repiqueteando sobre los charcos. En las
condiciones imaginables, se largó la final. Todos detrás del Auto de Seguridad.

Apenas un giro y Cáceres repite la acción, se metió en boxes para no salir. Si le
sumamos a Javier Gómez que ya era espectador en la serie, fueron once los autos,
porque el Duna amarillo de Daniel Peliquero tampoco pudo salir a pista.

Giovenale, Huerta, Francois, Lound, Roude, Garnier, Dubois, Prelat, Chiraulo
Bonnin y Roncaglione. Éste era el orden antes de la primera vuelta "de verdad"
es decir la segunda pasada.

En la tercera el reaparecido Chiraulo quedó último, con el encendido fallando.
En esta vuelta, la primera que se computó como válida en la competencia (en
realidad se gastó combustible durante 20 giros más la vuelta para ir a la grilla) y
David Lound estaba tercero, seguido por Dubois. A Gustavo Francois lo habían
dejado atrás Roude y Garnier.

Posteriormente Francois siguió retrasándose hasta ser alcanzado por Gustavo
Bonnín, con el que protagonizó un intenso duelo que bautizamos "la guerra de
los Gustavos"...

Roncaglione había superado a Prelat, a pesar de las dificultades para frenar en
lo mojado que tenía en Uno de Agustín, con tendencia a irse de cola. Por un
momento creímos que se iba a despistar. El 128 del "veterinario volador" que
supiera estar al borde de "pegarse" otra vez, encontró al fin en la llovizna la
manera de lucirse, a pesar de circular en el décimo lugar en ese momento.

El pico emotivo de la final fue la cuarta vuelta. Lound hacía un descomunal
esfuerzo por acercarse a Huerta, quien desde la primera pasada fue el que
perseguía al líder Giovenale, despegado unos pocos metros en esta pasada
lo que significó que no tenía para más. No se escapaba Walter.

Chiraulo seguía con la falla, nadie entendió la razón por la cual no paró a
revisar, en el inicio de lo que se previa una larga final (duró media hora) en
tanto entre los colistas, Bonnin asediaba a Francois.

Roncaglione enfiló a boxes, poco más tarde haría lo propio Chiraulo, pero este
último no regresó a pista. Lo que hizo Agustín a partir de esa entrada, es digno
de ser destacado, porque Héctor Prelat tuvo la posibilidad de avanzar una
posición.

Sin embargo, en la séptima ronda se desvaneció la ilusión, porque Huerta se
volvió a acercar a Giovenale, incluso le mostró la trompa en algunos sectores.
A mismo tiempo, Lound pareció haber llegado a su límite, siendo acosado por
el otro Celta en pista, el de Gastón Dubois. Los nervios a full, el campeonato
estaba perdido y ahora pasó a peligrar el subcampeonato... el invitado cobró
un protagonismo que nadie tenía en sus planes...¿o sí?

Fernando Roude se puso de costado, al exigir los frenos en la última curva,
intentando llegarle a Francois, que circulaba pegado a Bonnin. El Duna rojo,
a pesar de su eterna carencia de velocidad en recta, se las había ingeniado
para superar al Uno del "Presi", que quedó con la sangre en el ojo.

En la octava vuelta, mitad de carrera prácticamente, la llovizna se hizo más
espaciada aún. Roncaglione pasó delante de Prelat, que estaba a una recta
nada más del imperial paso del puntero Giovenale, listo para sacarle la vuelta.

Como la lluvia cesó, Huerta quiso comprobar si Walter podría resistir su ataque.
La novena pasada fue el momento más tenso para el futuro ganador y campeón.

Pero fue un "tanteo" nomás. Al comprobar que no había resto para pasar adelan-
te con claridad, Javier se quedó en el molde. El que no se quedó nada en el mol-
de fue Dubois, que parecía tener un poquito más que Lound. A todas luces no
iba poder seguir aguantando el acoso. Se venía en momento crucial de la final,
tal vez el peor incidente de la temporada, entre lo mucho y malo que dejó (como
siempre) el TP 1400 en materia de toques y otras yerbas.

Que no sea lluvia no quería decir que gotas espaciadas no sigan cayendo. Y menos,
que no sigan avanzando entre densos "túneles" de spray que el otorgan esa imagen
surrealista a las carreras, pero que al piloto le resulta muy incómoda porque pierde
la visión de los lugares de referencia. Incluso el auto rival pasa a ser "el bulto"
rival.

Lound no pudo aguantar el acoso de Dubois y la "guerra de los Celtas" se inclinó
por el chasis que debutaba. De inmediato David quiso recuperar el puesto, sin
fortuna porque se produjeron dos toques.

"No le quise pegar, yo me la tenía que jugar. Pero cuando me tiré, tuve la mala
suerte de pisar un charco, ahí se desacomodó el auto y lo rocé. En la misma
acción trato de corregir, precisamente para evitar pegarle, pero se me cruza del
todo y ahí se da el golpe (que motivó la exclusión)."

La final continuó, por cierto. con Giovenale dominando, pero si nada que definir.
Con Lound retrasado, con la espada de Damocles pendiente en la cabeza (nos
figuramos que algo grave había pasado) y con Gastón Dubois ingresando a
marcha lenta al recinto, para abandonar.

Peor debut imposible, a pesar de la muy buena impresión que había causado
hasta ese momento. Es como si le hubiesen dado la bienvenida "Esto es TP 1400,
man" parafraseando a Juan M. Silva.

¿Qué ocurrió en el segundo piso de la torre de control? Como decíamos, el "spray"
hizo que las imágenes sean muy borrosas y al no haber referencias visuales, en
el video de la cámara de a bordo no se pudo apreciar absolutamente nada de lo
que Lound argumentó en su defensa. Fallo confirmado.

El resto de la carrera les sirvió a los protagonistas de "la guerra de los Gustavos"
para que la balanza se incline a favor de Ubajay, que llegó con diez mentirosos
segundos de ventaja sobre su rival, aunque sin alcanzar el firme paso de Fernan-
do Roude, quinto a la caída de la cuadriculada y posteriormente cuarto, al momen-
to de confirmarse la dura sanción para Lound.

Roude se quedó con el último récord de vuelta (RV) del año, a 47 segundos del
líder y a unos cinco del que ocuparía el tercer escalón del podio, Ricardo Garnier.

También le sirvió a Huerta para acercarse al mesurado Giovenale, que si bien
tenía el cetro asegurado, todavía debía arribar. Hasta lo "primereó" a Walter en
una curva, sorprendiendo a propios y extraños. Giovenale puso todo en el lugar, de
inmediato, como si se hubiese "despertado" para acumular finalmente cuatro largos
segundos de ventaja cuando al fin cayó la bandera a cuadros ¡Uf!

En síntesis, un Coronación al que le parecieron sobrar dos o tres vueltas, que no
generó emociones de las buenas (dentro de la pista) y que hizo elevar las pulsacio-
nes de muchos una vez detenidos los motores.

Como suele suceder, un grupo celebraba -muy mesuradamente- el campeonato, y
otro trataba de controlar los ánimos, ante lo que ellos sintieron como un despojo,
al no permitírsele un mano a mano por la corona.

No sabemos si denominarlo descuido o desprolijidad, lo cierto que esta suma
accidental o no de circunstancias hicieron que nos retiremos tristes y preocupados
del autódromo ese domingo. Sabemos del trabajo de la Comisión Directiva, por
eso confiamos que sabrán tomar las medidas del caso para que este final de
temporada no se vuelva a repetir, para que no siga la sangría de pilotos, para
que no se altere el espíritu de camaradería que hasta hace muy poco primaba
sobre todo otro interés.

Y por el soberano, que avisado de un final "sin chicha ni limonada" el domin-
go 3 de diciembre le dio la espalda al 1400. Y que dicho sea de paso, los pocos
que fueron se retiraron  más contentos por lo que le brindó el karting del AKCA
que de la categoría de autos de turismo.

@AleSpizzirri


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