domingo, 23 de mayo de 2021

Un día acabará esta secuencia de intentos fallidos

 Nadie puede saberlo, es cierto. Cuando esta tragedia que vivimos haya

pasado, vamos a poder recordar estos tiempos heroicos con el mismo

placer de un andinista cuando llega a la cumbre, o mejor, cuando llega a

su casa sano y salvo. Cuando se logre salir de este laberinto, del que hoy no

podemos saltar o escapar con ningún Minotauro porque las alas de cera

(léase vacunas) no están y - si Dios quiere - la pandemia poco a poco pase a 

una de las más curiosas anécdotas, seguramente vamos a tener mucho para ir

pensando, previendo, modificando...





Vamos a contarle a los más jovencitos que hubo una gran concurrencia a

una fallida tercera fecha del karting, que estábamos confiados que se iba

a poder realizar, porque los grandes estadistas (los cuales lamentablemente

Argentina carece) anuncian con suficiente tiempo la entrada en cuarentena, 

o la "bajada" de Fase, como para que todos tomen sus recaudos y estén más

o menos preparados para el encierro.


Pero no, un viernes pasado el mediodía un gobernador sacó un decreto que

prohibía todo (menos el TC porque es un gran negociado en el que están

muchos organismos oficiales involucrados) y cada cual se las debió arreglar

para llegar a su ciudad de destino, incluso con el tiempo acotado por las

restricciones.  Vamos a recordar la catarata de comunicados, autorizando

eventos que jamás se realizaron. Vamos a recordar el flaco valor de la palabra

de más de un dirigente que tuvo que poner la mano en el fuego y salió quemado.


Vamos a recordar el festejo anticipado de pilotos y talleristas por haber encontrado

un resquicio en una carrera ajena, que tenían protocolo aprobado y nuevamente

la palabra de un intendente demostró valer menos que la pomada para los mocasi-

nes, tan adictos ellos a llevarlos relucientes.


Vamos a recordar ese domingo en el que un grupo de corajudos pilotos de karting y

de Competición Especial 850 se apostaron en la calle de entrada del autódromo de

Concepción del Uruguay pidiendo ser escuchados, que ellos también tenían el

mismo derecho a hacer su deporte favorito que el puñado de bonaerenses y

porteños que estaba haciendo actividad en el lugar que la ciudadanía les

concede, porque es un sitio hecho, mantenido y administrado para la práctica

del deporte motor. Como el estadio para el básquet (que sí se estaba jugando)

o la cancha de fútbol (ídem) con la pequeña, sutil diferencia de que el autódromo

no es un lugar cerrado, es al aire libre.


Vamos a recordar, tal vez llorando, a los que perdimos durante la pandemia

esperando las vacunas, que no son una dávida sino un derecho, puesto que los

laboratorios no la venden a entidades privadas sino directamente a los gobiernos.

Vamos a recordar felices a los que la sacaron barata, estuvieron cara a cara con

los pacientes Covid y no se contagiaron... porque muchos de los que se dedican

a esta actividad deportiva son a la vez personal esencial y más de uno se desempeñó

en un Centro de Salud o en un Hospital. O al menos tuvo un familiar directamente

involucrado, como quien estas líneas escribe.


Por cierto, también recordaremos a los que nos acompañaron y el virus se llevó, ya

hay muchos no solamente el intendente Bogdan de Gualeguay o el inolvidable

"Gordo" Bentancur de Gualeguaychú. A los anónimos que recibieron todos los

palos habidos y por haber, cuya función al mando de un autódromo nunca fue, ni

es ni será lo suficientemente valorada, por más que algunos crean que el pasto se

corta solo o los pianos se pintan en un minuto, sin olvidarnos por cierto de los

necios que decían "Para eso les pagan..." ignorando que a algunos se les pagó

solo la mitad del sueldo mientras duró la pandemia y a otros directamente no se

les abonó lo prometido.


Soñar, dicen, no cuesta nada. Y si vamos a soñar hagámoslo en grande. Que ese

día que nos encuentre al fin libres también nos encuentre unidos, fuertes y con 

más ganas de organizar, dirigir, fiscalizar, correr, narrar lo acontecido y (¿porqué

no decirlo?) expresarse con absoluta libertad en el debido marco de respeto por

las redes sociales...


Que cuando llegue ese bendito día podamos - los sobrevivientes, obvio- decir con

orgullo que pusimos lo mejor de nosotros para que el terrorífico "pico de contagios"

dure los menos posible, la vacunación sea tan rápida y convincente como las 

circunstancias lo requerían y que ninguno haya puesto los pies en la fangosa arena

del doble discurso protestando a viva voz o por las redes de día y concurriendo a

fiestas clandestinas por la noche.


Mientras tanto, por favor, cuidémonos. Al automovilismo entrerriano no le sobra

ninguna vida y en el día del reencuentro tenemos que estar, repito, todos juntos

para aplaudir a los verdaderos héroes sin capa, el personal sanitario.


Escribe: Alejandro Daniel Spizzirri

Foto: M.R. por gentileza de Joaquín González