Pasaron tantos años de la dolorosa partida, que algunos pueden perder la
cuenta. No es nuestro caso. Se cumplirán quince años de la desaparición físi-
ca de uno de nuestros pocos campeones argentinos, Hugo Ricardo Castelli,
o "Huguito", como nos gustaba llamarlo a todos. Para la actual generación
de pilotos, Castelli debería ser todo un espejo donde reflejarse. Por eso, y
con una rara sensación de dolor -e inocultable impotencia ante el silencio
de los medios de gran tirada- rescatamos del olvido una figura imprescindi-
ble para quien quiera hurgar en la historia del deporte motor concordiense.
Hugo empezó, como no podría ser de otra manera (Martín Ponte es su tiempo
hizo lo propio) en los Fiat 600, donde fue gran animador en aquella rara mez-
cla de juveniles con experimentados, contra el multicampeón Fochessato o
el mismísimo Nelson "Chiqui" García, entre otros, compitiendo en circuitos
tan variados que iban desde el asfalto del Parque Aútódromo al callejero de
Federación (por aquel entonces "nueva Federación") pasando por el recordado
circuito en el predio del Hogar Escuela Juan XXIII ¡qué tiempos!
Cuando saltó a las categorías de monopostos nacionales, empezando por la
Fórmula Renault, no faltó el que se llevó el índice a la sien, lo mismo que
decían del "Polaco" Morier que competía en los Ford Sierra.
Tanto insistió, que terminamos acostumbrándonos a escuchar el "Concordia,
Entre Ríos" por el parlante del televisor, en las transmisiones que mirábamos
cómodamente instalados en el living, mientras Huguito y su reducido equipo
hacían malabares para estar presentes en lejanos escenarios del país.
Y un buen día, pasó a ser piloto de punta, cuando asomó la Fórmula Súper
Renault, la primera en usar chasis importados. El Dallara negro de Hugo empezó
a mostrar la hilacha, y ahí sí...el taller de calle Bernardo de Irigoyen comenzó a
recibir más visitas que de costumbre. Lo de siempre. El triunfo tiene muchos
padres, la derrota es huérfana.
Sus comienzos habían sido con un modesto Berta, que enseguida entendió no le
iban a permitir estar en el sitial que se merecía. En 1995 quedó cuarto en el torneo,
por lo que el salto de calidad llegó al año siguiente, con un equipo un tanto más
ducho -aunque era el mismo puñado de intrépidos de siempre- sin descuidar su
participación en la Fórmula Renault, de la que lo querían bajar a toda costa por
considerarlo "pasado en edad" para la categoría escuela.
Abríamos la "Olé" y el escueto artículo decía "Fórmulas con dueño" referiéndose
a Huguito, que en determinado momento estuvo al frente de los dos campeonatos.
En la menor, se solía decir por aquellos tiempos que alquilaba la butaca a un hoy en
día famoso piloto de TC, que en realidad, le había llamado para que conduzca un
Crespi flamante de su novel escudería, nos contó hace poco su amigo de toda la
vida, e integrante de ese grupo de incondicionales, Diego Alberti.
Fueron 12 carreras, de las cuales Hugo ganó tres, con cuatro "pole positions". Si todo
estaba como él pretendía "volaba" con el Dallara, y era un lujo verlo doblar, en los
circuitos más rápidos del país.
También es obligatorio decirlo, trabajaba muy duro los sábados para lograr que el
chasis hiciera lo que le pedía. Su porcentaje de efectividad fue del 17, 6% en 17
carreras corridas en total en la FSR. Y el porcentaje de podios impresiona: 35, 3 %
es decir que de tres carreras, una terminó en el podio. ¿Qué piloto moderno puede
ostentar estos números?
En noviembre de 2012 el Concejo Deliberante de Concordia aprobó la ordenanza
que le otorgó su nombre a una de las calles del "barrio termal" situado bien enfrente
al Parque Autódromo "Ciudad de Concordia", que se hizo efectiva en abril del 2013,
a pocos días de cumplirse el aniversario número 11 de su partida.
Pareciera una apostilla insignificante recordar el detalle, ignorado o no mencionado
ex profeso, del apoyo que recibió durante casi toda su campaña deportiva de parte de
la familia Mouchet de Chajarí, la tradicional empresa de neumáticos que por entonces
no tenía la amplitud que hoy ostenta.
En muy pocas pudo lucir el "1" en 1997 (con Ralt) cuando resultó campeón Christian
Ledesma con un Reynard. Cuando al marplatense se le preguntó al final de la tempora-
da cual rival le costó más, no dudó en contestar:
" A Castelli le tengo el mayor respeto. Lástima que no pudo seguir compitiendo."
En efecto, el terrible rumor se expandió como reguero de pólvora entre todos los
aficionados. Al principio incrédulos, más tarde resignados, pero todos firmes en esa
especie de pacto que se suele hacer para no nombrar a "la maldita enfermedad".
Y un triste día, de esas fechas que uno preferiría no acordarse, llegó la noticia
que pegó como un mazazo. Se hizo leyenda el "Huguito"... ese día muchos rostros
de hombretones grandes que ¡jamás íbamos a imaginarlo! los íbamos a ver como
los vimos, con gruesas lágrimas surcándoles, sin vergüenza alguna.
Demasiado joven para irse, un 28 de junio de 2002, cuando seguramente tenía mucho
hilo en el carretel como piloto y como persona.
(Quién lo diría, Huguito, estar mirando hasta altas horas de la noche los videos que sube
tu hijo a Facebook, tener que poner pausa, porque se nos nubla la vista al verte sonreír.)
@AleSpizzirri
Foto de portada: gentileza Diego Alberti
No hay comentarios:
Publicar un comentario