DEL SUEÑO A LA GLORIA
Decía Juan Manuel Fangio que solamente los que nunca se rinden están
listos para levantar una copa. Y la frase cobró nuevamente vigencia
cuando el entrerriano Agustín Milera terminó adjudicándose la final
del Top Race Junior el pasado domingo en Concordia, su ciudad natal.
No había sido un buen año el 2018 para Agustín. El proyecto de estar
presente en la FIA F4 NACAM en el "Hermanos Rodríguez" de México
fracasó cuando no pudo reunir a tiempo el presupuesto, debiendo regre-
sar de la tierra azteca con las manos vacías.
Renacieron las esperanzas cuando Darcio Dos Santos lo invitó a probar
en Velopark y posteriormente participó en las selectivas para la F3 Brasil
donde marcó el mejor registro bajo lluvia en Cascavel codo a codo con
otros aspirantes de fuste como el paraguayo Joshua Duerksen, actualmen-
te compitiendo en Alemania.
En marzo de este año viaja ilusionado a San Pablo para confirmar la buta-
ca en la categoría que catapultara a la F 1 a tantos valores. Sin embargo,
otra vez sopa. Por segundo año consecutivo, la categoría decidió no
arrancar ante la falta de apoyo oficial, cayéndose otra posibilidad. Fue en
esos días cuando recibió la invitación para sumarse a la Top Race Junior.
La idea no parecía tan descabellada, Agustín se entusiasmó.
No quedaba mucho tiempo para tocar timbres en busca de reunir el
presupuesto. El invalorable apoyo de su familia y el mismo reducido grupo
de amigos que patrocinó su campaña en la Fórmula Entrerriana dijo presen-
te pero todavía no alcanzaba. Faltando dos semanas para el evento, pudo
confirmar el acuerdo con el que sería su principal sponsor, Inbest. La mano
que le tendió otro ex Fórmula Entrerriana (Agustín Silveyra) fue fundamen-
tal.
El costoso antiflama homologación 2019 y el equipamiento que había
adquirido para Brasil, iban a tener un inesperado doble estreno, porque el
excampeón entrerriano de karting nunca había subido a un auto con techo.
Diez días antes, Agustín partió en su camioneta lila a Termas de Río Hon-
do con su tío Adríán, el mismo que se ocupaba de la caja de cambios del
Dallara- Mégane cuando Agustín corría en Entre Ríos.
El martes 9, con el Chevrolet recién llegado a Concordia, a la peña de siem-
pre se le ocurrió hacer una cena para solventar los gastos de la semana de la
competencia. Martín, empresario immobiliario y Fernando, director de una
FM se ponen en campaña y suman voluntades. El lugar sería la cantina del
autódromo, la noche del sábado 13. Se fueron agregando desinteresados
colaboradores, desde el parrillero hasta los que se improvisarían la logística,
porque la atención de la máquina correría por parte de un equipo que en
realidad es su padre Rubén (también piloto de karting) llamado "Almafuerte
Competición" y un par de familiares más.
Dos docenas de incondicionales dijeron presente aquella fresca noche, en la
que el contagioso optimismo de Agustín contrastó con la mesura de algunos
comensales, conocedores de la competitva categoría.
Se aproximaba la fecha y Juan Martín aportó el ploteado, se terminaron de
pulir los últimos detalles como desempolvar el motorhome, inactivo desde
casi un año atrás. El periodismo local trató de incentivar a los fanáticos.
La entrada era accesible. En la conferencia de prensa se hizo hincapié en
que Martín Ponte ya no sería el único concordiense en pista.
Pero faltaba un último e inesperado escollo. Cuando al fin pareció que había
llegado la hora de subirse al coche, le alertaron que no estaba habilitado.
¿Qué había pasado? La licencia médica que Agustín había tramitado para
estar en la F3 Brasil no tenía validez para el Top Race. La deportiva internacio-
nal, que gestionara en Buenos Aires oportunamente, tampoco.
Con todo el apuro hizo las gestiones a último momento y casi sin dormir sa-
lió al fin a pista en el mediodía del viernes cuando sorprendiera con el sexto
mejor registro. Baja más de un segundo por vuelta en cada tanda que sale,
colocándose quinto a poco más de un segundo del mejor.
El sábado cuando creyó tener todo listo para una vuelta rápida, en cada inten-
to lo perjudicó una bandera roja.Quedaba poco tiempo para marcar un buen
crono cuando se liberó la pista. La Diosa Fortuna le seguiría dando la espalda.
El auto estaba intenible, entró a parque cerrado muy frustrado, cuando un
auxiliar descubre que tenía un neumático trasero desinflado. Había pinchado.
El resto de la historia es conocida. Partiendo sexto, rápidamente logró adelan-
tar posiciones hasta colocarse cuarto, cuando los dos que peleaban por la
punta se tocaron y eliminaron entre sí. Recibió la bandera a cuadros como
escolta de Adrián Tracogna, sin pretender andar más rápido que lo que su
medio se lo permitía.
Posteriormente en la técnica, el auto de Tracogna no logró dar el peso y la
carrera pasó a manos de un debutante. Fue un momento único, emocionante,
con el comprensible festejo de su pequeño grupo de colaboradores, los úni-
cos a los cuales el proyecto no les sonó a "locura" cuando Agustín se los contó
por primera vez.
El momento del llanto, del interminable abrazo con su padre, con su tío, con
su madre Patricia, con su hermana Vicky, con su hermano Manuel y el fiel
amigo Emmanuel que le hicieron de mecánicos... en fin, con los que estuvie-
ron siempre, en las buenas y en las malas.
Probablemente, el futuro de Agustín no se limite a los autos con techo, Esta
nota simplemente la escribimos para que esta historia sirva de ejemplo para
otros jóvenes de las categorías zonales que piensan que "el gran salto" a las
nacionales es un sueño imposible de concretar. Nadie le regaló nada a Agus-
tín que le fue dando forma a su sueño y seguramente una de estas neblinosas
mañanas de otoño partirá otra vez casi en soledad a devolver la máquina,
valorizada a partir de aquel domingo 21 de abril cuando la llevara a la victoria.
Y que , en definitiva, demuestra que en Entre Ríos tenemos talento de sobra
para "exportar". Algún día el teléfono podría sonar de nuevo. Ojalá que sea el
llamado de un poderoso patrocinante.
@AleSpizzirri
Fotos: Fernando Di Gaetano (Prensa Agustín Milera) y páginas oficiales
de Inbest Racing y Top Race Junior.
Decía Juan Manuel Fangio que solamente los que nunca se rinden están
listos para levantar una copa. Y la frase cobró nuevamente vigencia
cuando el entrerriano Agustín Milera terminó adjudicándose la final
del Top Race Junior el pasado domingo en Concordia, su ciudad natal.
No había sido un buen año el 2018 para Agustín. El proyecto de estar
presente en la FIA F4 NACAM en el "Hermanos Rodríguez" de México
fracasó cuando no pudo reunir a tiempo el presupuesto, debiendo regre-
sar de la tierra azteca con las manos vacías.
Renacieron las esperanzas cuando Darcio Dos Santos lo invitó a probar
en Velopark y posteriormente participó en las selectivas para la F3 Brasil
donde marcó el mejor registro bajo lluvia en Cascavel codo a codo con
otros aspirantes de fuste como el paraguayo Joshua Duerksen, actualmen-
te compitiendo en Alemania.
En marzo de este año viaja ilusionado a San Pablo para confirmar la buta-
ca en la categoría que catapultara a la F 1 a tantos valores. Sin embargo,
otra vez sopa. Por segundo año consecutivo, la categoría decidió no
arrancar ante la falta de apoyo oficial, cayéndose otra posibilidad. Fue en
esos días cuando recibió la invitación para sumarse a la Top Race Junior.
La idea no parecía tan descabellada, Agustín se entusiasmó.
No quedaba mucho tiempo para tocar timbres en busca de reunir el
presupuesto. El invalorable apoyo de su familia y el mismo reducido grupo
de amigos que patrocinó su campaña en la Fórmula Entrerriana dijo presen-
te pero todavía no alcanzaba. Faltando dos semanas para el evento, pudo
confirmar el acuerdo con el que sería su principal sponsor, Inbest. La mano
que le tendió otro ex Fórmula Entrerriana (Agustín Silveyra) fue fundamen-
tal.
El costoso antiflama homologación 2019 y el equipamiento que había
adquirido para Brasil, iban a tener un inesperado doble estreno, porque el
excampeón entrerriano de karting nunca había subido a un auto con techo.
Diez días antes, Agustín partió en su camioneta lila a Termas de Río Hon-
do con su tío Adríán, el mismo que se ocupaba de la caja de cambios del
Dallara- Mégane cuando Agustín corría en Entre Ríos.
El martes 9, con el Chevrolet recién llegado a Concordia, a la peña de siem-
pre se le ocurrió hacer una cena para solventar los gastos de la semana de la
competencia. Martín, empresario immobiliario y Fernando, director de una
FM se ponen en campaña y suman voluntades. El lugar sería la cantina del
autódromo, la noche del sábado 13. Se fueron agregando desinteresados
colaboradores, desde el parrillero hasta los que se improvisarían la logística,
porque la atención de la máquina correría por parte de un equipo que en
realidad es su padre Rubén (también piloto de karting) llamado "Almafuerte
Competición" y un par de familiares más.
Dos docenas de incondicionales dijeron presente aquella fresca noche, en la
que el contagioso optimismo de Agustín contrastó con la mesura de algunos
comensales, conocedores de la competitva categoría.
Se aproximaba la fecha y Juan Martín aportó el ploteado, se terminaron de
pulir los últimos detalles como desempolvar el motorhome, inactivo desde
casi un año atrás. El periodismo local trató de incentivar a los fanáticos.
La entrada era accesible. En la conferencia de prensa se hizo hincapié en
que Martín Ponte ya no sería el único concordiense en pista.
Pero faltaba un último e inesperado escollo. Cuando al fin pareció que había
llegado la hora de subirse al coche, le alertaron que no estaba habilitado.
¿Qué había pasado? La licencia médica que Agustín había tramitado para
estar en la F3 Brasil no tenía validez para el Top Race. La deportiva internacio-
nal, que gestionara en Buenos Aires oportunamente, tampoco.
Con todo el apuro hizo las gestiones a último momento y casi sin dormir sa-
lió al fin a pista en el mediodía del viernes cuando sorprendiera con el sexto
mejor registro. Baja más de un segundo por vuelta en cada tanda que sale,
colocándose quinto a poco más de un segundo del mejor.
El sábado cuando creyó tener todo listo para una vuelta rápida, en cada inten-
to lo perjudicó una bandera roja.Quedaba poco tiempo para marcar un buen
crono cuando se liberó la pista. La Diosa Fortuna le seguiría dando la espalda.
El auto estaba intenible, entró a parque cerrado muy frustrado, cuando un
auxiliar descubre que tenía un neumático trasero desinflado. Había pinchado.
El resto de la historia es conocida. Partiendo sexto, rápidamente logró adelan-
tar posiciones hasta colocarse cuarto, cuando los dos que peleaban por la
punta se tocaron y eliminaron entre sí. Recibió la bandera a cuadros como
escolta de Adrián Tracogna, sin pretender andar más rápido que lo que su
medio se lo permitía.
Posteriormente en la técnica, el auto de Tracogna no logró dar el peso y la
carrera pasó a manos de un debutante. Fue un momento único, emocionante,
con el comprensible festejo de su pequeño grupo de colaboradores, los úni-
cos a los cuales el proyecto no les sonó a "locura" cuando Agustín se los contó
por primera vez.
El momento del llanto, del interminable abrazo con su padre, con su tío, con
su madre Patricia, con su hermana Vicky, con su hermano Manuel y el fiel
amigo Emmanuel que le hicieron de mecánicos... en fin, con los que estuvie-
ron siempre, en las buenas y en las malas.
Probablemente, el futuro de Agustín no se limite a los autos con techo, Esta
nota simplemente la escribimos para que esta historia sirva de ejemplo para
otros jóvenes de las categorías zonales que piensan que "el gran salto" a las
nacionales es un sueño imposible de concretar. Nadie le regaló nada a Agus-
tín que le fue dando forma a su sueño y seguramente una de estas neblinosas
mañanas de otoño partirá otra vez casi en soledad a devolver la máquina,
valorizada a partir de aquel domingo 21 de abril cuando la llevara a la victoria.
Y que , en definitiva, demuestra que en Entre Ríos tenemos talento de sobra
para "exportar". Algún día el teléfono podría sonar de nuevo. Ojalá que sea el
llamado de un poderoso patrocinante.
@AleSpizzirri
Fotos: Fernando Di Gaetano (Prensa Agustín Milera) y páginas oficiales
de Inbest Racing y Top Race Junior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario