Todos los 7 de junio recibimos muchas salutaciones con
motivo de celebrarse en Argentina el "Día del Periodista", gesto
que mucho valoramos y más que nunca en estos momentos tan
difíciles para el periodismo independiente, esto es, el que no
acepta recibir pauta de ningún ente oficial. Hemos de hacer, sin
embargo, algunas reflexiones en esta nota, abusando de la
paciencia del amable lector.
Del dilema de si la "Gazeta" de Mariano Moreno era periodismo o
panfleto, haremos vista gorda porque ya nos explayamos en una
página dedicada a la Historia Argentina -otra de las pasiones de
este editor- como así tampoco de la otra celebración, que algunos
colegas creen más adecuada, la del "Día del Periodista Deportivo"
(7 de noviembre) impuesta por un capricho del Círculo de Periodistas
Deportivos de Buenos Aires, que es la entidad que otorga los premios
"Olimpia".
Hoy en día, mucho se discute sobre la autenticidad del trabajo y de la
identidad de la labor periodística, a partir del uso de las redes sociales
que como todo gran invento de la humanidad, tiene también su lado
oscuro, como es el peligro de informar mal o lo que es peor hacerlo
mal de manera intencionada, que es otro cantar.
Dijo recientemente el director del semanario "Paralelo 32" de Crespo,
Egidio Luis Jacobi, que le toca al lector diferenciar al "periodismo de
buena leche" y ha dado en la tecla, porque en estos momentos de
verdadero "bombardeo informático" donde la noticia puede llegar de
muchas maneras al lector (y desaparecer con la misma rapidez con la
que arribó, dicho sea de paso) habrá que ir dejando de lado el "medio"
(papel, internet, imágenes celulares o tablets) e ir seleccionando el
"emisor" (si es periodista, editor de noticias ajenas, cronista en tiempo
real, influencer, etc.) descartando todo dilema que no sea el ético,
porque en definitiva el capital de todo periodista o toda entidad que
haga periodismo siempre fue, es y será, por los siglos de los siglos,
su credibilidad.
La imagen, el contenido, la crónica y el comentario (como bien dice
Jacobi) siempre serán subjetivas, porque el periodista es una
persona humana que hizo un pacto con la verdad (su verdad) y del
modo en que la comunique y la manera en que el lector la interprete
dependerá, naturalmente, ese fenómeno social llamado "comunicación".
A título personal, honraremos en este Día a los grandes maestros que
tuvimos en esta especialidad como es el periodismo del deporte motor.
Miguel Ángel Merlo, Alfredo Parga, Raúl Barceló, Alberto Zapata,
Miguel Ángel Rodríguez y Héctor Heraldo Bradanini, a quien ya le
dedicáramos una placa que recibiéramos en San Salvador de parte de
la Asociación de Pilotos de TC Pista Entrerriano.
Decía Bradanini: "Hay tres clases de periodistas. Supongamos que la
noticia está dentro de una pieza que arde. Hay un periodista que mira
desde la vereda de enfrente y narra los acontecimientos.
Después está el periodista que desde la vereda frente a la ventana,
cuenta lo que está ocurriendo. Y también está el que se mete por la
ventana y desde el mismo lugar de los hechos narra todos los
acontecimientos con detalle y precisión. Éste último es el
verdadero periodista"
Esta sutil línea de riesgo es lo que separa al buen comunicador del
periodista del montón. Lástima que no todos los lectores tengan
intacto (o no condicionado) ese poder de seleccionar del que
hablábamos en los párrafos anteriores,
Cuando tenía el programa de radio, a este editor le encantaba
poner como ejemplo la comparación de los espejos. El cronista
es como un espejo de la realidad. La imagen que presente dicha
realidad (la noticia) a través de ese espejo (el periodista) nos
podrá gustar mucho, poquito o nada según nuestra propia
percepción de los acontecimientos, pero dicha imagen (que es
subjetiva como ya habíamos dicho) no deja de reflejar la
realidad por más que el espejo sea plano, curvo, asimétrico, etc.
¿Se entiende?
Por nuestra parte, en sólidos 19 años de labor (entre la radio y
este blog) hemos cosechamos muchísimos elogios de amigos,
conocidos, aficionados anónimos, etc. y muy pero muy pocos
de los otros, algún que otro dirigente que no supo leer la
situación y se creyó el dueño de la verdad. Pero gracias a Dios
fueron muy pocos, sobran los dedos de una mano para contarlos.
Y para terminar este Editorial, una frase de un maestro olvidado,
el adalid de la libertad periodística en Argentina, Enzo Ardigó;
"Todo hombre que quiera abrazar el oficio de ser periodista,
deberá estar preparado para perder amigos. No es la función
de la profesión hacerlos"
Escribe: Alejandro Daniel Spizzirri
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